sus manos tiemblan
mientras lo espera,
sus labios algo
entreabiertos,
su corazón que apresura al tiempo.
Respira
apenas, camina y sueña,
cada
suspiro evoca un poema,
cada
mirada busca en el viento,
en
el vacío, rompe el silencio.
Ruega,
susurra, conjura, anhela;
pide
que acuda, que sea de ella,
cómo
lo extraña, le oprime el pecho,
le
falta el aire, todo es estrecho.
Pasa
la gente sin comprenderlo,
casi
invisible, va sonriendo,
todo
lo puede, nada le falta;
tanta
alegría estremece el alma.
Apura
el paso, piensa que al verlo
se
abrazará a ella, siente su cuerpo,
la
está esperando, bastará un beso
y
será suya… y será eterno.
Mira
a lo lejos, duda un momento,
siente
sus labios rozarle el cuello,
muere
en sus ojos, vive en su cuerpo,
la
fantasía que aparta el miedo.
Sin
decir nada, en otro universo,
son
uno sólo, laten a un tiempo,
no
es más deseo y arden por dentro,
la
realidad se va confundiendo.
Despierta
al mundo, anochecer postrero,
fue
ella en su vida un fugaz deseo,
fue
la ilusión de un amor, anhelo,
y
se perdió en las sombras…
de
antiguos sueños.